lunes, 12 de marzo de 2012

Reforma del Banco Central: ¿Para qué se usarán las reservas? ¿Habrá más inflación?


Sin duda uno de los principales anuncios de nuestra Presidenta, al inaugurar las sesiones ordinarias del año corriente en el Parlamento, es el anuncio del proyecto de ley de reforma de la Carta Orgánica del Banco Central de la República Argentina. CLICK AQUÍ.

La medida es sumamente importante ya que su concreción conlleva la institucionalización de un modelo de país basado en la producción y el trabajo. Se trata como hemos visto de retomar los cauces de la industrialización, del crédito productivo y ponerle fin al modelo neoliberal que destruyó nuestro país, y hoy lleva a los países centrales a la recesión y el estancamiento.

Como lo ha expresado magistralmente el diputado Felletti: "Descolgamos el cuadro de Milton Friedman", y junto con él, de sus versiones “criollas”: Martínez de Hoz y Cavallo. En efecto la “independencia” de los Bancos Centrales aquí y en el mundo es una invención neoliberal, que se explica, como ilustrará el economista Rapoport, por la creciente sumisión de los bancos centrales latinoamericanos a los paquetes de estabilización del FMI en los 90´; luego por el hecho de que los grupos nacionales cosmopolitas cambiaron la composición de sus activos ampliando sus depósitos financieros en bancos extranjeros, dicha situación conlleva a que la única garantía para los capitales que llegaban (y para las privatizaciones) fue esa casi dolarización o tasa de cambio fija. De ahí entonces que la tarea de los Bancos Centrales en esa coyuntura fuera entendida meramente en mantener esta ficción y asegurar, cuando fuera necesario, la fuga de capitales de sectores locales y firmas extranjeras. Vale destacar también que el principal argumento con el cual se le daba sentido a las reformas propuestas era contener un proceso inflacionario que desbordaba a los gobiernos locales. Así el principal objetivo del Banco Central, desde esta óptica debía ser el de mantener el valor de la moneda. Esta meta única, se situaba por sobre cualquier otra que pudiera colisionar con ella: el crecimiento económico del país, el empleo, la pobreza y demás “efectos colaterales”.

Hoy atendemos a una coyuntura signada por las más altas tasas de crecimiento económico sostenido de nuestra historia, superávit comercial, desarrollo industrial, fuerte generación de empleo, desendeudamiento externo, ampliación del consumo de mercado interno, mejoras cuantitativas y cualitativas de exportaciones industriales y manufacturas agropecuarias, reversión lenta pero real de la reprimarización de exportaciones, así como el afianzamiento del proceso sustitutivo de importaciones. Esta realidad impone cambiar el elemento crediticio más importante de nuestra economía, ya que resulta insuficiente el actual esquema de intervención del BCRA en la economía. Se trata pues de ampliar el otrora objetivo único de preservación del valor de la moneda, a un triple mandato, incorporando la estabilidad financiera y el desarrollo económico con equidad social.

La meta anti-inflacionaria continúa, pero ahora con un más atinado diagnostico de su origen y las herramientas para contrarrestarlo, en efecto como lo ha dicho la Presidenta del BCRA, Mercedes Marcó del Pont: “Nosotros pensamos que los problemas con los precios tienen que ver con la oferta y la demanda, por lo que es necesario alentar el crédito para ir generando una mayor oferta y desconcentración de la producción (…) Vamos a ser consistentes con lo que nosotros pensamos sobre los precios y la polémica de la inflación que nada tiene que ver con la visión ortodoxa de la economía”.

El sentido profundo de la reforma, como lo ha dicho nuestra presidenta, esta ligado a que “(…) el Banco Central debe estar en función de la economía real, no tampoco para hacer cualquier zafarrancho. Por eso se mantiene la independencia de cualquier instrucción que pueda darle el gobierno central, pero no se le resta la posibilidad y la obligación de intervenir en la economía real para poder seguir sosteniendo crecimiento y trabajo”, en otros términos la nueva carta orgánica implicara: regular el crédito y los medios de pago a fin de crear condiciones que permitan mantener un desarrollo económico ordenado y creciente, con sentido social, un alto grado de ocupación y el poder adquisitivo de la moneda, ya que el Banco Central deberá ejecutar la política cambiaria trazada por el Ministerio de Economía, al poner a la autoridad monetaria a las órdenes y necesidades del país y la economía real.

La propuesta enviada al Parlamento permitirá restituir las funciones que tenía la Carta Orgánica de 1973, que fue torpedeada desde la banca extranjera, el capital financiero y el Fondo Monetario.

POLIKARPO



¿Cuáles son los principales cambios para el BCRA?

“Un Banco Central para el desarrollo con equidad” Por Carlos Heller

La reforma a la Carta Orgánica del Banco Central es un paso trascendente, porque implica desarmar una más de las herencias del neoliberalismo.
La Cámara de Diputados acaba de firmar el dictamen en mayoría sobre el proyecto de Modificación de la Carta Orgánica del Banco Central y de la Ley de Convertibilidad.
Conviene comenzar la discusión de este proyecto haciendo mención a las profecías catastróficas de la derecha que pueden resumirse en el título y texto de la editorial de La Nación del pasado 7 de marzo: “Ante la depredación de las reservas”.
Uno de los blancos de las críticas han sido las modificaciones a la Ley de Convertibilidad, que hasta ahora establece que las reservas del BCRA deben dedicarse a respaldar el 100% de la base monetaria, una rémora de un sistema que lanzó al país y a su sistema financiero a su crisis más profunda. A partir del proyecto, el BCRA establecerá el nivel de reservas internacionales necesario, y las reservas que superen este monto serán definidas como de libre disponibilidad, que son las utilizadas para los pagos de deuda externa del gobierno.
La derecha omite que: 1. Este pago de deuda externa con reservas se podrá hacer sólo si tiene “efecto monetario neutro”, es decir, sin emitir moneda; 2. La decisión del monto de deuda a pagar con reservas lo aprueba el Congreso por la Ley de Presupuesto Nacional; 3. Existen límites taxativos para que el BCRA financie al gobierno. Con estos datos, los discursos apologéticos sobre una próxima hiperinflación, la virtual desaparición de las reservas o el festival de préstamos al gobierno, se desmoronan como un castillo de naipes. En realidad, estos detractores siguen pensando en la Convertibilidad y el modelo de valorización financiera, al que desean melancólicamente volver.
Por eso critican desde su inicio el pago de deuda externa con reservas e identifican erróneamente a las reservas internacionales como el ahorro de los argentinos, para que sus argumentos sean más efectistas; la crítica no es desinteresada, desean lograr que la deuda se pague con endeudamiento externo o con ajuste fiscal, al estilo de los desafortunados planes que se están aplicando en Europa.

La reforma a la Carta Orgánica del Banco Central es un paso trascendente, porque implica desarmar una más de las herencias del neoliberalismo, que dejaron una autoridad monetaria con una única preocupación por el valor de la moneda, totalmente aislada del resto de la economía. Lo expresó muy bien el entonces ministro Domingo Cavallo a través del mensaje de la Ley de 1992, al expresar que “la necesidad de estabilizar el signo monetario excede el marco de la equidad en la distribución de los recursos”.
Los nuevos objetivos del BCRA se estructuran en tres ejes fundamentales: 1. Además de la estabilidad monetaria, se incorpora el importante objetivo de promover la estabilidad financiera, que, como expuso Mercedes Marcó del Pont, es un propósito perseguido por otros países, a partir de la crisis financiera internacional, y figura en las normativas de Alemania, Brasil, Canadá, China y los Estados Unidos, entre otros; 2. El BCRA promoverá el empleo y el desarrollo económico con equidad, lo cual vincula a la autoridad monetaria con la economía real, uno de los objetivos perseguidos por la reforma, según lo comentó Cristina Fernández de Kirchner ante la Asamblea Legislativa; 3. Los objetivos deben tomarse en el marco de las políticas del gobierno nacional, es decir, orientar sus acciones según los planes de la autoridad elegida por el pueblo.
Este cambio de misión ubica al BCRA en línea con el resto de las políticas de gobierno, una cuestión de pura lógica, pues como sostengo hace años, no puede defenderse el valor de la moneda si el producto y el consumo caen, o el país está altamente endeudado con el exterior, o si hay un elevado porcentaje de personas sin ingresos.
Entre las nuevas funciones, se destaca la de “proveer a la protección de los derechos de los usuarios de servicios financieros y a la defensa de la competencia”, otro cambio sustancial, que coincide con los reclamos de la sociedad para que la autoridad monetaria defienda sus derechos ante las entidades del sistema financiero.
También se lo faculta para regular la cantidad de dinero y regular y orientar el crédito, función a la que se le ha incorporado –a partir de la discusión legislativa–, la función de regular las tasas de interés.
Esta mención nos lleva a otro tema, y es que el proyecto del Poder Ejecutivo estuvo abierto a la recepción de modificaciones y mejoras, y de esa manera se han realizado varios cambios, entre los que se incorpora en la misión del BCRA el objetivo de fomento del empleo.
Además, se amplía la regulación a otras actividades con efectos sobre el sistema financiero, como los sistemas de pago, las cámaras compensadoras y las remesadoras de fondos entre otras. También se potencia el rol de la Superintendencia de Entidades Financieras y Cambiarias, integrando sus funciones con la política monetaria.
Otra de las interesantes modificaciones aportadas por los diputados, se orienta a que cuando el BCRA autorice la apertura de nuevas sucursales bancarias, la misma se realice “propendiendo a ampliar la cobertura geográfica del sistema, atender las zonas con menor potencial económico y menor densidad poblacional, y promover el acceso universal de los usuarios a los servicios financieros”.
Decidí dejar para el final todas las modificaciones relativas al fomento del crédito. En todos estos años de aplicación de la Ley de Entidades Financieras, y de la actual Carta Orgánica del BCRA, el crédito no pudo dinamizarse, y nos ubica como uno de los países que menor financiamiento otorgan al sector privado, tanto a empresas como a familias.Si bien el financiamiento al sector privado ha aumentado desde el mínimo del 8% del PIB en 2003 al 15% en la actualidad, este último guarismo es el más bajo de América Latina, con Brasil cerca del 60%, Chile con el 75%, y un promedio para los países emergentes del 80% sobre el PIB.
Es entonces un gran logro colocar como obligaciones del directorio del BCRA, la de “regular las condiciones de crédito en términos de plazos, tasas de interés, comisiones y cargos de cualquier naturaleza, así como orientar su destino por medio de exigencias de reserva, encajes diferenciales u otros medios apropiados”. Durante el debate en las comisiones, y a instancias de los diputados, se agregó al dictamen de mayoría un nuevo inciso que hace referencia a “establecer políticas diferenciadas orientadas a las pymes y las economías regionales”, una cuestión ausente en el proyecto del Ejecutivo y que tiene un gran valor conceptual, puesto que hay que diferenciar el tratamiento de las grandes empresas que se financian en las metrópolis, respecto de las pymes, que poseen una problemática distinta y se financian y se radican, en buena medida, en las distintas regiones del país.
Entre las novedades sobre el crédito, se incorpora dentro de las operaciones del banco, la posibilidad de otorgar redescuentos “para promover la oferta de crédito a mediano y largo plazo, destinada a la inversión productiva”, proceso que se realizará a través de las instituciones del sistema financiero, pues el BCRA no otorga crédito directo al sector privado.
Se gesta así un Banco Central con capacidades para dinamizar y orientar el crédito, una herramienta esencial si se desea que el país continúe creciendo, mejorando la situación de sus pymes y sus habitantes.
Este es un apretado resumen de las modificaciones que generarán un importantísimo avance respecto de las regulaciones actuales, y que servirán para profundizar el modelo iniciado en 2003. <


FUNDAMENTOS HISTÓRICOS.

“Banco Central y modelo productivo” Por Mario Rapoport

La reforma de la Carta Orgánica del Banco Central propuesta por el Gobierno no sólo responde a una necesidad coyuntural, cuyo objetivo es el de darle una mayor flexibilidad a la política del Banco, como ocurre en otros lados, incluso en los Estados Unidos, de modo que intervenga en la política económica del Gobierno y abandone su rol pasivo de limitarse a servir de respaldo a las variaciones del dólar. En realidad, forma parte de un proceso histórico en el que deberíamos detenernos para entender mejor qué significa la supresión de su grado de autonomía frente al gobierno nacional. Para ello es necesario señalar la vinculación entre el sistema monetario y financiero, antes todavía de la creación de BCRA y después, y las políticas económicas vigentes en cada período histórico.
En primer lugar, debemos remarcar que existe una notoria similitud entre las políticas económicas del período agroexportador, sobre todo entre 1880 y 1914, y las de la década de 1990, cuando se implementan las reformas en el BCRA. Durante la etapa en la que predomina el esquema agroexportador, la política monetaria era pasiva y se caracterizaba por el fuerte ingreso de capitales (sobre todo por medio de un endeudamiento creciente) y por el montaje y desarrollo de una estructura agropecuaria sustentada en las exportaciones, con un mercado mundial que necesitaba los productos argentinos. El país, a su vez, debía proveerse de bienes industriales pero también contar con un superávit comercial suficiente para cancelar el servicio de su deuda, lo cual no siempre resultaba posible.
El orden monetario trataba de sostenerse con la Caja de Conversión, adherida al sistema de patrón oro, y puesta en funcionamiento en los períodos 1881-1885; 1890-1913; y fugazmente entre agosto de 1927 y diciembre de 1929, cuando fue suspendida al estallar la crisis mundial. Además de otras funciones, la Caja de Conversión realizaba operaciones de cambio de pesos por oro y viceversa, a un tipo de cambio fijo, y ésta era la única fuente de emisión monetaria, aunque no siempre se cumplió estrictamente ese requisito. La Caja de Conversión garantizaba el valor estable de la moneda respecto del cambio extranjero, condición necesaria para asegurar los flujos de capital y especialmente las salidas de beneficios, amortizaciones e intereses de la deuda a valores constantes. Al mismo tiempo, protegía el ingreso de los sectores agroexportadores en momentos de auge evitando la revaluación del tipo de cambio.
La desarticulación del comercio y de las inversiones internacionales en la década de 1930 convencieron a la clase dirigente de la necesidad de separar los movimientos del oro de los de la moneda nacional, y de centralizar los instrumentos monetarios, crediticios y cambiarios en una única entidad: el Banco Central. Esa etapa coincide en la Argentina con el creciente predominio del proceso de industrialización, que tenía ciclos diferentes a los de los capitales internacionales y que funcionaba en un orden económico mundial de posguerra también distinto. El BCRA permitía hacer un manejo más flexible de la oferta monetaria y, aun con gobiernos con fuerte influencia del establishment ortodoxo, nunca estuvo en juego la idea de su independencia.
Sin embargo, las reformas neoliberales llevadas a cabo en el país desde los años ’70, pero con mayor vigor en los ’90, muestran un tipo de funcionamiento similar al del esquema agroexportador de fines del siglo XIX y principios del XX, dentro de una economía mundial cada vez más orientada al predominio de las finanzas sobre las actividades productivas. Con el objetivo aparente de estabilizar la economía y derrotar los procesos inflacionarios (o hiperinflacionarios), se estableció en la Argentina un modelo rentístico-financiero, basado en la libre movilidad de capitales y en la desregulación y privatización de la economía. Para garantizar tal cosa se dictó en 1991 la ley de convertibilidad y se estableció un año después la autonomía del BCRA, con el apoyo del FMI. El fuerte endeudamiento externo público acumulado desde 1976 había favorecido la vuelta a una economía agroexportadora y comenzado a generar un nuevo tipo de ciclos determinados por los flujos de capitales externos.
Otra vez, los períodos de expansión se asociaron al ingreso de divisas desde el exterior, lo que permitía sostener el déficit comercial creado por la propia expansión y por una moneda apreciada. Cuando esos flujos de capital se interrumpían, el ciclo entraba en su fase depresiva y el ajuste recesivo equilibraba paulatinamente las cuentas externas. El Banco Central mantenía el valor externo de la moneda, pero la deflación reforzaba el ajuste y la situación tardaba en recomponerse por el peso de los servicios de la deuda, aun cuando se transfirieran sumas enormes de recursos al exterior. Al menos, el tipo de cambio fijo, la convertibilidad y el manejo monetario del Banco Central autónomo evitaban cualquier tipo de inflación nominal, a costa de una creciente recesión económica y del aumento del desempleo y la pobreza.
Cuatro razones explican lo que ocurre en los ’90. Primero, la creciente sumisión de los bancos centrales latinoamericanos a los paquetes de estabilización del FMI, basados en políticas de deflación. Segundo, el hecho de que los grupos nacionales cosmopolitas cambiaron la composición de sus activos ampliando sus depósitos financieros en bancos extranjeros. Tercero, que la única garantía para los capitales que llegaban (y para las privatizaciones) fue esa casi dolarización o tasa de cambio fija. Su tarea consistía en mantener esta ficción y asegurar, cuando fuera necesario, la fuga de capitales de sectores locales y firmas extranjeras. Cuarto, contener un proceso inflacionario que desbordaba a los gobiernos locales.
Como resultante de todo lo anterior, el principal objetivo del Banco Central debía ser el de mantener el valor de la moneda. Esta meta única, se situaba por sobre cualquier otra que pudiera colisionar con ella –el crecimiento, el empleo, la pobreza–, aunque éste no constituía el caso de la Reserva Federal de los Estados Unidos (y la de otros países), que tienen en cuenta también esos objetivos. El resultado fue que todos los que adoptaron esa política en América latina tuvieron una profunda crisis financiera, como la que sufrió la Argentina en el 2001.
Ahora, las políticas económicas del país han cambiado y entramos en un nuevo ciclo productivo, caracterizado por la reducción del endeudamiento externo y la reindustrialización. La situación se parece mucho más al período que comienza a mediados de los años ’30 y finaliza con la dictadura militar y los instrumentos monetarios deben estar a tono con esa circunstancia. El tipo de cambio flotante, aunque administrado, tenía que llevar inevitablemente al fin de la convertibilidad automática, y las vigorosas políticas de desarrollo a la necesidad de poder utilizar el respaldo del Banco Central como eje del retorno a un modelo productivo y de libre disposición de las divisas para el pago de la deuda externa. No resulta similar a la reforma de 1946, cuando la nacionalización de los depósitos y la existencia de un Banco de Crédito Industrial facilitaban el apoyo crediticio a las actividades productivas. Pero la actual reforma de la Carta Orgánica del Banco Central, aun manteniendo el sistema bancario vigente, tiene una explicación histórica que se corresponde con el modelo de país que se procura afianzar y cuyo desarrollo fue alterado negativamente, con graves consecuencias, por las reformas del ’90.

FUENTES:

http://www.pagina12.com.ar/diario/economia/2-189055-2012-03-07.html
http://www.noticiasargentinas.com/nuevosite/7756-marco-del-pont-reforma-nos-permitira-atacar-inflacion.html
http://tiempo.infonews.com/2012/03/04/argentina-69277-banco-central-volver-a-la-carta-organica-del-73.php
http://www.pagina12.com.ar/diario/economia/2-189340-2012-03-11.html
http://tiempo.infonews.com/2012/03/11/eco-69933-todo-listo-para-lograr-un-sistema-financiero-orientado-al-desarrollo.php
http://www.pagina12.com.ar/diario/economia/2-189110-2012-03-08.html
http://tiempo.infonews.com/2012/03/11/editorial-69990-un-banco-central-para--el-desarrollo-con-equidad.php

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