domingo, 10 de junio de 2012

A MI CLASE MEDIA…


A la luz de un triste pero minúsculo acontecimiento como fue el “cacerolazo” del dólar, del jueves pasado, me dispongo a reflexionar sobre algunas cosas interesantes que hacen al comportamiento de la clase media, clase de la que soy parte sin duda.

Algunos de los motivos de los "auto-convocados"
‎Según el diario La Nación ayer se movilizó alrededor de 6.000 personas hacia Plaza de Mayo. Siguiendo los datos del último Censo Nacional de Hogares, Viviendas y Personas, la Capital Federal tiene una densidad de 14.450 habitantes por kilometro cuadrado. O sea estamos hablando apenas de un par de manzanas de CABA. Esto lo digo para situar la “representatividad” del acto político de ayer. Sin embargo esta ocasión insignificante, me parece oportuna para introducir algunas reflexiones.

Curiosamente muchos marchaban con consignas que hacían referencia a los que “Piensan distinto”. Que yo sepa los que “Piensan distinto” son dueños de los principales multimedios que han gozado de poder de veto en las últimas décadas en la Argentina. Ellos pueden no solo “pensar distinto”, sino decirlo y publicarlo en sus múltiples emisores de señal televisiva, radioemisoras, prensa escrita (diarios y revistas) y soportes informáticos (webs de las más visitadas, redes sociales, etc). Y además los que “Piensan distinto” ganan elecciones como en CABA que vienen gobernando hace un rato largo ya. Algunas fracciones de la clase media, se quejan cuando les asignan la categoría de “gorila”, las mismas que ven a un morocho y le dicen “negro de mierda”, o miran una Plaza repleta de gente y exclaman que “van por el pancho y la coca”. El Jueves muchos fueron por el “pancho de la TV” y la “coca del sentido común”, no nos creamos mejores a nadie, basta de mirar con desdén a los sectores populares y a la clase obrera (por otra parte he ido varias veces a la Plaza y sigo buscando las miles de parrillas para hacer tantos choris!!).

También había consignas de denuncia de “persecución”, cuando el odio, los insultos, los ataques a periodistas y la soberbia estaban altamente representados en muchos de los que portaban esos carteles. No hay que condenar ningún reclamo, y en la Nación Argentina todos y todas tenemos derecho de manifestarnos por lo que creemos justo, pero derecho al odio jamás habrá. Agredieron periodistas física y verbalmente, insultaron a la Presidenta hasta el hartazgo, consignas racistas y xenófobas brotaban por doquier, y luego se victimizan como “minoría oprimida por la Diktadura”… A propósito: DiKtadura de Cristina, Tiranía de Perón…. ¿2012 o 1955?

¿"No es por los dólares"?
Es muy interesante el hecho que se hayan aglutinado diversidad de reclamos ayer en la plaza. Pero sucede que uno no puede reclamara “por todo”, porque entonces termina “haciendo agua” el reclamo y marchando “por nada”. Y los vacíos, así como los vapores, no existen en política. El Poder no se evapora, por ejemplo el BCRA perdió poder en los 90 en la economía nacional, y lo adquirieron un puñado de Bancos extranjeros privados, no se evaporó. Tampoco la Política ampara lugares “vacíos”, generalmente no tardan en llenarse, o ser montados por algún actor social en busca de una buena excusa para emerger en escena.



Fuertes reclamos "anti-zurdaje" y "anti-comunistas" 
El “cacerolazo” fue “fogoneado” por los medios, e incluso Partidos Políticos de Bandera Amarilla (que obvio no estaban presentes) y que hace poco “abrazaron Tribunales”. El dólar fue el motivo del cacerolazo al cual adosaron, desesperadamente, con vocación aglutinante, algunos reclamos. Esos reclamos pueden ser justos o injustos, sin duda debatibles y atendibles en algunos casos, no es intención mía extenderme sobre alguno en particular, en notas anteriores hemos respondido en cuestiones de inflación por ejemplo. Pero aquí quiero señalar que el motivo detonante fue el dólar, si tenemos una mirada más amplia de la coyuntura nacional veremos que este episodio, de escasa repercusión, se inserta en la puja de las Corporaciones del Agro por forzar al Gobierno a la devaluación. En este post no desarrollaremos los catastróficos efectos en lo económico y social de una devaluación abrupta, que mientras tanto tendría un efecto multiplicador inmediato en las ganancias de estos sectores.

Escasa repercusión nacional, aquí centro de Mendoza.
Como vemos nuevamente la clase media, como en 2008, movilizada a favor de quienes no piensan en ella. De hecho, cortito y al pie, en 2008 el Gobierno buscó implementar una medida de fuerte impacto anti-inflacionario, las retenciones móviles a las exportaciones, y allí, como ayer, nuestra clase media salió apoyar a las Corporaciones Patronales, curiosa la claridad y la “dignidad” de los auto-convocados. La historia se repite dos veces, enseñaba Hegel, primero como tragedia luego como comedia, y esa es la diferencia entre 2008 y lo de ayer. En 2008 la clase media fue arrastrada en todo el país, el jueves fue paupérrima la concurrencia.

A continuación tenemos un resumen de la participación política de la clase media en la historia argentina hasta el 2002. Y es que el artículo que traemos aquí es del filósofo y escritor Nicolas Casullo publicado en enero del 2002, a pocos días de las jornadas del Cacerolazo que coronó la caída de De la Rúa. Muchas de sus sugerencias para reflexionar siguen vigentes, ya que el 2008 ha demostrado que algunos sectores todavía no reflexionaron sobre la Argentina nueva que comenzó a brillar a partir de Mayo del 2003. Claro que el 54% nos habla que otros sectores, entre ellos muchos de clase media, hemos tomado conciencia del rumbo actual y lo apoyamos decididamente.

 “Qué clase mi clase sin clase”, por NICOLAS CASULLO*

Llamado!
La dificultad para dar cuenta de los elementos que componen la encrucijada argentina termina convirtiéndose –en nuestras intensidades mentales y café por medio– en la tentación cotidiana de encontrar cada quince minutos y sin mayor dificultad el enigma revelado de lo nacional que nos hace. Esto es, descifrar después de cualquier noticiero de estos días –con el resto de saliva que nos queda y haciendo que miramos la ventana cuando ya no miramos nada– los secretos increíbles y finales del ser argentino, desde una divagación reduccionista y apenada por el papelón de nosotros a los ojos del mundo.

Así es, se trata de auto-orientarnos en un presente tenebroso, teniendo claro únicamente que nuestra inspiración se agiganta cuando nos topamos, de tanto en tanto, con el protagonismo de los descuajeringados “segmentos” de clase media. Representantes diversos de las clases medias sobre todo capitalinas, con su protesta y cacerolas en las calles del estío y diciendo al resto de la familia después de agarrar la champañera y un tenedor salgo y vuelvo, voy a voltear a un presidente, déjenme la cena arriba de la heladera. En ésa estamos. Digo, de pronto encontrarse no ya con Walter Benjamin o Michael Foucault sino persiguiendo el arcano cultural de tía Matilde.

Por la "libertad", ¿1955?
Si uno hace historia de esta clase media, historia barata, que no cuesta mucho, gratis diría cuando tenemos el sueldo encanutado, podría argumentarse: una clase media que viene de un radiante y a la vez penumbroso viaje. Viene desde aquélla, su ingenua estación inaugural de los años 50, donde él se puso el sombrero y la corbata con alfiler, ella la permanente y la pollera tubo, y ambos salieron casi virginales pero envenenados a festejar en la Plaza de Mayo la caída de Perón al grito de “no venimos por decreto ni nos pagan el boleto”. Cancioncilla tan escueta como cierta, interrumpida por saltos en ronda a la Pirámide para entonar “ay, ay, ay, que lo aguante el Paraguay” sin ningún tipo de grosería ni mala palabra con las que hoy se luce cualquier animador de pantalla, pero nunca mi padre. 

¿Qué significa basta?
Después la clase volvió a meterse en casa para advertir, con menos recelo, que los morochos sobrevivían a todos los insecticidas ideológicos y censuras, y para dedicarse no sin cierto cansino asombro a departamentos en consorcio, Fiats en cuotas y palmitos con salsa golf y rosado. Recién a fines de los 60, principios de los 70 el gran estamento medio recibió la primera monografía fuerte a componer, de la cual culturalmente no se repuso nunca jamás, para entrar en cambio en el jolgorio y la confusión liberadora de distintos eros. Fue cuando los hijos, ya grandulones, arruinaron cada cena o almuerzo dominguero con la “nacionalización de las clases medias”, al grito en el comedor en L de “duro, duro, duro, vivan los montoneros que mataron a Aramburu”.

Tamaña reivindicación de arrabaleros no estaba en los cálculos de la clase media blanca de abuelos migradores, pero nadie se arredró en la cabecera de las mesas –ni escurrió el cuerpo en la patriada, hay que admitirlo– aunque apenas entendiesen la metamorfosis de la nena que además copulaba en serie con novios maoístas, peronistas y con dudosos nuevos cristianos. La cuestión era la liberación de la patria frente a una vergonzosa dependencia al imperialismo, también tirarles flores desde los balcones de las avenidas a las columnas infinitas de la JP que gritaban “paredón”, y votar sin vacilaciones en marzo del ‘73 a ese candidato cuyo lema en los carteles decía: “ni olvido ni perdón, la sangre derramada no será negociada”

Tiempo y silencio le costó a la clase volver a salir otra vez a la plaza después de esa canita al aire. Prefirió desde el ‘76 salir a Europa, a Miami, o a la frontera del norte misionero en largas columnas de autos compradores de TV a color, al grito desaforado en los embotellamientos de “Argentina, Argentina” tal vez porque también en colores habían sido los goles de Kempes. Sin duda se trataba ya de una mentalidad o imaginario de clase más bien desquiciada, pero no culpable del todo: en historiografía todas las conductas colectivas no tienen un psicoanalista sino la justificación de los contextos. Regresó a la plaza, emocionada y agradecida por no escuchar más sirenas policiales ni rumores sobre la casa de la esquina, para vociferarle presente con banderitas argentinas al beodo general de las Malvinas desde un resto patógeno del nacionalismo de los 60/70 guardados en alcanfor. Para pensar trascartón que los chicos, allá en el sur bélico, eran como los del exilio o los que seguían en cosas raras: era fatalidad, violencia, guerra, delirio, caminos ciegos de la multitud en la plaza que siempre le pusieron, a la clase, la piel de gallina emocionada. Dulce y patriota tilinga. 

Es una clase, entendamos, que no descarta ni parte en dos nunca las aguas. Que los amontona, sin decidirse por ningún telos de la historia. Los acumula escondidos en el placard como cartas de otro novio, no del marido cuando joven. Coleccionista histérica y siempre arrepentida: así apuntan algunos sesudos que la estudiaron por años. En el ‘83 caminó las calles con los jóvenes de Peugeot y boinas blancas apostando por la vida radical frente a un peronismo cadavérico cadaverizador. Festejó, danzó, cantó, se olvidó de sí misma y sus años recientes. Más tarde mandó a los más jóvenes a las plazas de la memoria de la muerte, pero ya no pudo relatar su sencilla biografía como sucedía en los 50 y 60, sino sólo fugazmente, a retazos: ¿qué, cómo, cuándo, dónde estoy, estuve, no estaba, quién, ella, no, yo? ¿Hasta Ezeiza caminando, papá, y vos qué hiciste ese día abuela, y donde murió el tío? 

Santa Fe y Callao
Una última vez salió la ingrata con el gorro frigio, en absoluta dignidad y defensa de los valores señeros de una crónica tan patria como esquiva. Gritó, entonó, puteó como siempre, pero justo ese día empezaron a decirle canallescamente pura verdura: la casa está en orden, festejen tranquilos las Pascuas. Al otro día nadie confabuló, nadie se reunió a decidir, no se conoció un solo panfleto que resumiese el programa nacional clasemediero, pero lo cierto es que no volvió a vérsela junta sobre el asfalto por quince larguísimos años. 

Ella es entonces como napas inclementes de ella misma. Como subsuelos abollados de sus gestos unos contra otros. Como recuerdos surcados por lombrices. Como una maroma amontonada de liberación nacional, Evita socialista, déme dos, plazo fijo, abajo Holanda, la tablita, el miedo, algunas locas de la plaza, piratas ingleses son argentinas, nos los representantes de la nación, democracia, aparición con vida, si se atreven incendiamos los cuarteles, están asaltando las góndolas, cerrá las celosías, espiá por la ranura, ¿qué pasa mi amor, son los cabezas otra vez? Como amasijo, un día finalmente le llegó el cansancio en el alma. Que es la venta del alma, dicho de otra forma. 

¿Representatividad?
Para colmo se moría la clase obrera, testigo de todo para el día del juicio final. Para colmo se vendió el país, el peronista Menem instrumentó la utopía y pesadilla: la convidó, la invitó, la enajenó, la cosificó según Marx, la subyugó “uno a uno”, remató una vieja nación coronada su sien, liquidó identidades, lenguaje, nombres, pequeñas tradiciones, recuerdos, ideología. Y tuvo en esa clase media uno de sus buenos soportes simbólicos, concretos y votantes, cuando la ilusionó de que no existían más ni peronistas ni gorilas, ni izquierdas ni derechas, ni arriba ni abajo, ni ricos ni pobres, ni primer ni tercer mundo. Cuando ya no existían tampoco políticos. Sino sólo la promesa de bancos siempre abiertos para cualquier hombre de bien. Y para que nada de eso se tocase, para que nada torciese el espejismo ni el rumbo, el hombre nada fue votado por la clase: Fernando. 

Ahora vienen los sociólogos exitistas o agoreros de siempre. Intelectuales. Apuntan: clase media heroica en las calles anulando la dieta de los diputados de Formosa como salida histórica para toda América latina. Clase media corajuda, pueblo irredento de las cacerolas con las cabezas de los nueve delincuentes de la Corte adentro. Clase media volteadora a ollazo limpio de gobiernos impostores que parecían eternos. Clase media puta, nieta legítima de sus abuelos tanos y gallegos angurrientos de morlacos, dicen. La Argentina únicamente valió si te daba guita, después no existe: así dicen de la pobre clasecita, ahora a los alaridos frente a la Rosada y rodeada de temibles saqueadores casi en pelotas. Porque salió otra vez a la calle por fin. Acorralada. A corralito y lanza en mano esencialmente. Ahí anda embistiendo. El enemigo son los políticos. No, es la izquierda. No, los corruptos. No, es la petrolera. No, es el populismo y la demagogia. No, son los bancos. No, son las empresas privatizadas. No, es el liberalismo. No, son los gallegos imperialistas como en 1810. No, son los negros peronistas otra vez en la capital. Anda desorientada la pobre, pero soliviantada como nunca. 
"BASTA"
La propia historia que relato –antojadiza, falsa, liviana, inoportuna– devela el interesante claroscuro de la clase analizada. Sus extrañas medias tintas. Sus románticas luces y sombras espirituales. Sus insondables claros de luna. Sus materialistas intracontradicciones objetivas, diríamos allá por 1972 donde todo era salvable. Ahí está cenicienta y ramera con su fuerza y su talón de Aquiles. Llama a las revoluciones, pero un plazo fijo la embota como niña enamorada adentro de un granero. Ahora su lógica navega al compás de movileros descerebrados, cámaras amarillas de Crónica TV, al ritmo de su justa furia por dólares encarcelados, por su real hartazgo de una clase política que nada hizo cuando el país desapareció, sino que casi se fue con él. A lo mejor algún día pueda volver a contar su biografía. Igual que antes, allá por los 50, cuando no había salido del patio de magnolias.

CONCLUSION

Casullo falleció a finales del 2008, finalizado el conflicto con las Patronales. El relato que vimos nos debe servir para confirmar nuestra convicción política esclarecida, y para aquellos que todavía no se dieron cuenta del momento histórico clave en el que estamos es una buena ocasión para la reflexión. El resumen de la historia de nuestra clase es impresionante, pero no debe ocasionar “llanto sobre la leche derramada” al contrario es hora de asumir nuestra responsabilidad histórica, y seguir profundizando el Proyecto de País, única respuesta de unidad nacional y de gestión organizada para satisfacer, en democracia y equidad, las legítimas demandas del Pueblo Argentino. Como hemos dicho muchas veces, y no nos cansaremos de reiterar, sin duda falta mucho, sin duda no hay Gobiernos perfectos, pero este Proyecto es la oportunidad para avanzar por todo lo que falta hacer, es la única senda del cambio real y por eso lo defenderemos. Y aquellos que quieran podrán criticar, y podrán organizarse políticamente, y bienvenido será la emergencia de nuevas fuerzas políticas, pero no nos perdamos la posibilidad de realatar nuestras biografías de clases medias nuevamente.

La derecha defensora de Genocidios con Ceci Pando a la cabeza.
Tampoco nos cabe la menor duda que el “cacerolazo” del Jueves no fue una movilización espontánea, apolítica y en paz. Creo que ya desde el inicio, la poca organicidad del acto político del jueves quedaba clara en su slogan: “autoconvocatoria de los argentinos indignados”, ¿qué clase de auto-convocados se organizan por diversos medios para un fin determinado? Se trata casi de un oxímoron, que encubre otra cosa. Esto lo señalo porque no está “mal” marchar en sí, pero es importante asumir la responsabilidad histórica, y saber que ningún vacío permanece como tal mucho tiempo, y que no vaya a ser que por buena voluntad, algunas cosas con o sin razón, y un poco de bronca, le hayamos regalado una Plaza o una cacerola a sujetos que tal vez no imaginamos beneficiar o quisiéramos cerca… En tanto Biolcatti llamó al corte de rutas, y siguen presionando por la devaluación, casualidades no hay en política por lo menos…

Tengamos clara conciencia de que en la Argentina la contradicción fundamental no es entre Gobierno y oposición, sino entre Gobierno y Corporaciones, y en este momento una cacerola no se puede regalar gratuitamente al poder del Mercado. Reclamen aquellos que critican, pero háganlo en el marco de la democracia y el respeto. No se permitan agregar otro capítulo vergonzoso y berreta como en 2008.

Fuerza Argentina, Fuerza Cristina! Ni un paso atrás!

POLIKARPO.




  
FUENTE: PAGINA 12: Domingo, 13 de enero de 2002 http://www.pagina12.com.ar / La Nación: http://www.lanacion.com.ar/1480231-cacerolazo-en-la-plaza-de-mayo  

*Nicolás Antonio Casullo (Buenos Aires, 10 de septiembre de 1944 - ídem, 9 de octubre de 2008) fue un filósofo y escritor argentino. Filósofo, novelista, ensayista y docente. Fue profesor titular, director de posgrado e investigador en la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Buenos Aires y en la Universidad Nacional de Quilmes. En 1968, participó en el Mayo Francés. Plasmó sus experiencias y su visión del fenómeno en su libro París 68 (1998). Militante peronista, se exilió en 1974. Estuvo en Cuba y Venezuela. Finalmente se radicó en México. Fue profesor en la Universidad de México (UNAM) y consultor de la Universidad de París. Regresó a su país en 1983. En abril de 1995 fundó la revista Pensamiento de los confines junto con Alejandro Kaufman, Matías Bruera, Ricardo Forster y Gregorio Kaminsky; en ella participaron, entre otros, Diego Tatián, Héctor Schmucler, Oscar del Barco, Marcelo Percia, Ana Amado, Marcelo Burello y Eduardo Grüner. En 2004 ganó el premio Konex de Ensayo Filosófico. Fue miembro del Consejo Asesor de la Biblioteca Nacional. Fue uno de las figuras principales del Espacio Carta Abierta, que nuclea a intelectuales kirchneristas. Falleció a los 64 años el 9 de octubre de 2008.

5 comentarios:

  1. Estimado kumpa: Nunca a estado mas claro que ahora aquello de que una imagen vale más que mil palabras: Plaza del Pueblo y Plaza del dólar. Sin duda creo que la convocatoria del odio descomunal si bién no estaría provocando rechazo en ciertos sectores, me parece que si provoca algo de verguencita. Ese odio se pone de manifiesto también en la inclusión de los temas de "la corrupción", "la inseguridad" y "la inflación", temas sobre los cuales estoy ya cansado de pedirle a los opos, que argumenten desde lo conceptual, esto es, desde una idea que conciba y de forma al entendimiento, porque razón debemos dar por ciertas todas las acusaciones que le hacen al gobierno. También para mi a quedado mas que claro de donde viene el olor a podrido, la violencia y la crispación en este país. No debemos bajar los brazos y tampoco caer en la provocación, ya que esas agresiones también conllevan la intención de llevarnos a ese nivel, para por supuesto, en caso de resultar nosotros los agresores, hacer lo que saben muy bién hacer: mediatizarlo hasta niveles de locura. Esta necesidad de no ponernos a su nivel debe ser una obsesiva regla en la militancia.
    Un fuerte abrazo, Polikarpo.
    tatincito

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  2. Muy buen resumen de más de 50 años de historia.

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  3. Muy binario todo. Hay manijeo, si. Hay gente a la que la medida los jode, tambien.

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  4. Muchas gracias a todos los compañeros por su atención y compañia.

    A Nerd Progre le pido que se tome el trabajo de opinar a tono con el nivel de debate de este blog. No me gusta la gente tira bombas, desarrolla y fundamenta, y ahí recién te contesto. Gracias por pasar.

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