sábado, 2 de junio de 2012

¿Qué pasa con el Dólar?


En esta reflexión queremos introducir algunas variables para complejizar el juicio sobre la cuestión del dólar en esta coyuntura económica que se vio trastocada por las recientes regulaciones en lo pertinente a la compra y venta de divisas. En una nota anterior a principio de año hacíamos una diagnostico, que en esta coyuntura es necesario complejizar y actualizar, aunque no hay elementos que muestren un cambio de rumbo en el modelo económico, al contrario se trata de su profundización y consolidación. En términos de la Presidente del BCRA Mercedes Marcó del Pont: “La Argentina ha venido consolidando un proyecto económico que es muy sólido, que hay que ajustarlo, mejorarlo, que hay que hacerle sintonía fina. Pero que tiene una capacidad endógena de crecimiento, y que le ha permitido ampliar enormemente su capacidad para hacer política económica. Lo que ha significado acumulación de reservas, el uso de reservas, la regulación de la cuenta capital. La Argentina se aisló de todas las movidas especulativas y de los humores de los mercados financieros, lo que ha permitido eliminar el famoso descalce de monedas. Hay mucho de estos cambios estructurales que hablan de otro país.”
Volviendo al tema de esta nota, para nosotros en la sociedad argentina el dólar ha sido constituido en el imaginario social cual objeto de protección frente a los avatares macroeconómicos. Esto ha sido posible porque en 1977 el ministro de Economía de la Dictadura Genocida, puso en marcha un plan de liberalización del mercado cambiario, y durante los 90´ la economía prácticamente se hallaba dolarizada debido al régimen de convertibilidad.
Hoy la Argentina se encuentra en un momento bisagra de su historia, donde podrá darle la espalda al modelo neoliberal (1976-2003) y afianzar el Modelo de Crecimiento Ecónomico con Inclusión Social. La reforma de la carta órganica del BCRA va en ese sentido.
Con respecto a las medidas sobre las divisas proponemos reflexionar sobre las situación contemplando la coyuntura o sea el objetivo del gobierno en el corto y mediano plazo: preservar las reservas del Central. En los últimos 30 días éstas apenas aumentaron USD 300 millones, ubicándose en USD 47.800 millones. En el segundo semestre, ante perspectivas concretas de una mayor volatilidad global, se concentran los mayores vencimientos de deuda (en agosto, USD 2.300 millones por el vencimiento del BODEN12) y además es el período menos superavitario de dólares comerciales.
Pero por otra parte debemos complejizar la reflexión atendiendo a tendencias de largo plazo, como la necesidad de avanzar hacia la pesificación plena y definitiva de la economía. Así como por otra sugerir el factor ideológico en algunos sectores de la población, ya que efectivamente el dólar no ha sido una buena inversión en los últimos nueve años, de hecho en ese período la divisa verde rindió 170%, y las acciones, 430%.

Para finalizar queremos dejar explicitados algunos presupuestos básicos a la hora de abordar esta temática:

  • Solamente el 11% de los argentinos ahorra en dólares.
  • Un plazo fijo en pesos desde 2003 hasta ahora representa más de un 50% de ganancia. El ahorro en dólares durante el mismo período representa menos de un 10%.
  • El mercado del dólar paralelo es solamente un 2,5% del mercado de divisas. La mayoría de los que acuden a ese mercado son los que no quieren justificar sus ingresos. Es un mercado ilegal en el que los especuladores ganan plata sin pagar impuestos. En Brasil hay 6 dólares por habitante. El dólar paralelo, en Argentina, es un mercado clandestino y de dimensiones pequeñas para la economía.
  • La divisa no es un medio de ahorro, sino un instrumento del comercio internacional. El ahorro está en la inversión.
  • El crecimiento del sector industrial requiere disponibilidad de divisas para sostener el abastecimiento creciente de bienes de capital, intermedios y energía.
  • El crecimiento acumulado de las exportaciones industriales desde 2003 a la fecha es de 263%. El respaldo de la moneda nacional no está dado por la cantidad de divisas de la economía sino por las riquezas que produce el país.
  • El viejo cuento monetarista de la especulación está superado.

POLIKARPO

“DOLAR: DE NUEVO EL FETICHE”
Informe de la consultora Analytico.


Esta semana, el dólar volvió a escena. La posibilidad del acceso minorista a través de los mecanismos formales (bancos y casas de cambio) se redujo prácticamente a cero con el endurecimiento de los controles fiscales, y así se disparó la brecha con los precios marginales, especialmente el “blue”. En tanto, el dólar que se utiliza para girar divisas al exterior (el “contado con liqui”) ya se acerca a los 6 pesos.

¿Cuáles son las razones que explican esta renovada tensión en el mercado de cambios, en un segundo trimestre que supone una mayor oferta de dólares por la liquidación de divisas de los exportadores de soja y derivados?
Veamos qué sucede con la oferta: según datos de CIARA-CEC (de mediados de mayo) en el año se acumula una liquidación de USD 8.090 millones, 5% menos que en igual período de 2011. Una diferencia menor, poco significativa, que no explica la astringencia casi absoluta que el gobierno impone hoy para comprar dólares en el mercado formal.

En realidad, lo que se está modificando en las últimas tres semanas es la percepción que tienen los inversores financieros ante algunos eventos internacionales.
Nuevamente Grecia es el centro de todas las miradas: su salida del euro parece segura, y algunos analistas (como Paul Krugman) le pusieron hasta fecha: junio. España navega en una economía de elevadísimo desempleo, caída de la actividad y un gobierno conservador que sólo atina a cumplir con su promesa de ajuste fiscal que, como siempre, profundizarán la depresión. Los recientes datos de China, en tanto, muestran una pobre performance en la industria, las ventas minoristas y la inversión. El crecimiento proyectado para el segundo trimestre cae casi un punto, de 8.5% i.a a 7.6%.

Así las cosas, la lluvia de inversiones financieras y reales, que en los primeros meses del año caía sobre las economías emergentes, ya paró. En Brasil, el flujo comercial (exceso de exportaciones por sobre importaciones) no alcanza en mayo a compensar las salidas de tipo financiero (incluyendo giro de utilidades). El saldo negativo es aún pequeño (USD 650 millones), pero va en línea con la caída de 45% en las entradas netas acumuladas desde enero, comparadas con 2011 (USD 25.000 millones). El efecto sobre el tipo de cambio fue inmediato: el real se deprecia 5% en el mes (superando R$2 por dólar), y 25% desde mayo de 2011. El gobierno de DilmaRousseff está confortable con la devaluación del real, que acompaña a los paquetes de estímulo productivo que son implementados para apoyar su castigada industria.

Bajo este escenario de mayor complejidad internacional, la fuga de capitales en la Argentina, que se había reducido entre enero y marzo, aumenta desde abril, y en particular a partir de los primeros días de mayo. En la primera quincena el BCRA compró USD 630 millones, bastante menos de lo proyectado. Sin embargo, controles mediante, en 2012 el Central acumula USD 5.900 millones en compras netas de divisas, frente a USD 4.500 millones en igual período del año pasado (+29%).

Como repetimos desde el Analytico, el gobierno tiene un objetivo macroeconómico básico, que es preservar las reservas del Central. En los últimos 30 días éstas apenas aumentaron USD 300 millones, ubicándose en USD 47.800 millones. En el segundo semestre, ante perspectivas concretas de una mayor volatilidad global, se concentran los mayores vencimientos de deuda (en agosto, USD 2.300 millones por el vencimiento del BODEN12) y además es el período menos superavitario de dólares comerciales.

Aún sin hacerlo explícito, es claro que la gestión CFK busca que los dólares del Central sean utilizados en estos meses para pagar tanto deuda como un flujo más “liberado” de importaciones. Los giros de utilidades y el atesoramiento minorista a precio regulado vienen después…

El camino para administrar la renovada tensión cambiaria es dificultoso. Un 25% de brecha entre el dólar regulado y el paralelo preocupa ahora más que en tiempos del episodio posterior a las elecciones, cuando la diferencia era de 10%. En un sentido, 25% es la expectativa devaluatoria que tiene una porción del mercado; desde Analytica, sostenemos, por el contrario, que no hay razones para que sea convalidada. El gobierno demostró a fines de 2011 que no corre por detrás del mercado, y cuenta con herramientas para operar. La estrategia cambiaria ha sido, y creemos que seguirá siendo, gradual, sin saltos bruscos. Pero el contexto externo –en particular, la depreciación del real brasileño- pone al gobierno ante un dilema: acelerar la tasa de devaluación y correr el riesgo de que sea percibida como una conducta defensiva, o perder competitividad frente al socio mayor del MERCOSUR.

Este momento de tensión cambiaria perturba, además, las principales negociaciones salariales, que el gobierno busca contener en aumentos que no vayan más allá de 22-23% en promedio. Un salto devaluatorio brusco echaría por tierra la intención oficial.

También, deben seguirse muy de cerca algunas conductas “micro”, como la de los productores agropecuarios, que ante la imposibilidad de acceder al mercado formal de cambios, luego de vender sus granos y recibir pesos a cambio, pueden retacear las ventas y estrangular el mercado, ampliando la brecha y realimentando el temor de los minoristas.

Mantenemos nuestra posición respecto de que no existen condiciones objetivas para desdoblar el mercado de cambios.Las reservas son suficientes para defenderse ante eventuales corridas contra el peso; los precios internacionales son elevados; los servicios de la deuda resultan muy manejables y el cuadro fiscal –aunque deteriorado- no es el de los años ochenta - cuando hubo diversas experiencias (todas fracasadas) de tipos de cambio múltiples-.

Pero también sostenemos, como antes, que “Las medidas de control de las compras de divisas no deberían generar demanda insatisfecha que haga aumentar el volumen del mercado paralelo, dándole cuerpo así a las presiones devaluatorias: los que operan en el segmento formal de la economía tienen que acceder sin problemas a los dólares. Dejar que el mercado fije el precio del dólar en condiciones de incertidumbre es la peor opción.” La estabilización de las expectativas debe ser el objetivo central de la política económica en estas horas.

“La pesificación que falta”
Por Mario Rapoport.

La Argentina no ha terminado de salir de su propio cepo mental, que no es sólo producto de la apetencia por el dólar o de tenerlo como moneda de refugio. Ésos son síntomas y no razones estructurales de una situación a la que en cierta forma muchos deudores están obligados a responder y otros se aprovechan para hacer negocios ilícitos. Si excluimos a los tránsfugas del mercado de divisas, la responsabilidad principal de que esto ocurra no está sólo en los que ahorran en dólares. Ese ahorro no ha sido muy fructífero durante la convertibilidad ni tampoco en los últimos años, salvo para dos cosas: viajar al exterior y cubrir las operaciones del mercado inmobiliario. Aquí sí está el verdadero problema. Los estímulos para el ahorro y los elementos de riesgo son mayores con un rubro de la construcción dolarizado y donde el sistema crediticio no funciona o funciona mal. El nudo de la cuestión radica en la dolarización de este segmento que mueve muchísimo más que el turismo externo y donde no sólo existen los que invierten para ahorrar o tener algún tipo de renta, sino una parte sustancial de gente que se involucra a fin de adquirir una vivienda digna, en un país donde el déficit habitacional es muy alto.
Introducir el dólar como la moneda de pago en este sector convierte sus operaciones en un sistema especulativo y de juego financiero que no depende de los propios costos de la construcción sino del capricho de los que especulan en el mercado de divisas, más aún si se da, por ejemplo, una situación, como la actual, de un cerrojo cambiario. Los contratos inmobiliarios que se hacen en dólares están presos de la misma enfermedad a la que nos llevó la convertibilidad o en la que está actualmente la eurozona en los países europeos. Dependemos de una moneda que no es la nuestra, que no tiene circulación legal forzosa, y con la que no se abonan los salarios ni se realizan negocios internos. De modo que no hay razón alguna para que el mercado de inmuebles permanezca dolarizado. De hecho, por ejemplo, en Brasil no lo está. Me llegan cotizaciones de viviendas usadas en el barrio de Tijuca, uno de los más caros de Río de Janeiro: varios departamentos de dos ambientes que van de 60m2 a 89m2 y cuyos precios oscilan, según calidad y ubicación entre los 275.000 a los 300.000 reales, o sea de 137.000 a 150.000 dólares al cambio oficial. Pueden estar más caros o más baratos que en la Argentina, pero su compra no depende de la cotización de una moneda extranjera, vinculada con los saldos comerciales o financieros de la balanza de pagos, a los niveles de reserva o a la simple especulación. Son operaciones que se concretan en el mercado interno y que desde hace años, con tasas de inflación iguales o mayores que las que tuvo o tiene la Argentina, han permanecido en reales. La divisa extranjera no entra en las operaciones inmobiliarias.
Esta cuestión es la que no permite resolver el problema de la salida de la dolarización en la Argentina y se convierte, principalmente, en una opción a la tenencia de dólares. Hay quienes afirman que esta situación es un resultado del proceso inflacionario y nos asustan diciendo que con una inflación del 25% nos vamos a una crisis como las del 2002 o a una formidable devaluación. Cierto es que consideran a la inflación aisladamente, nunca la vinculan con la tasa de crecimiento, de desempleo o a la distribución de los ingresos. Al “inversor global” sólo le interesa la inversión financiera, con tasas de inflación cercanas a cero, aunque el país no crezca ni se mejoren las condiciones de vida. Tampoco echan una mirada a procesos históricos anteriores. Martínez de Hoz en su discurso inaugural, cuando se hizo cargo de la cartera de economía en la última dictadura militar, puso como eje el combate a la inflación, entonces del 450% anual (leemos bien, no del 20 o 25%) y con sus políticas neoliberales (entre otras cosas comprimir brutalmente los salarios e iniciar un formidable proceso de endeudamiento externo) no la pudo achicar más que a niveles del 100 al 175% anual (no 20 o 25%). La dictadura dejó la economía, en 1983, con cerca del 340% de inflación anual, una tasa de crecimiento casi nula para todo el período y una profunda crisis desde 1981.
Pasamos de largo por las épocas hiperinflacionarias de Alfonsín y los primeros años de Menem (donde no podemos realizar comparaciones con la situación actual) y el santo remedio de la Ley de Convertibilidad. Ésta logró frenar la inflación, e incluso produjo deflación, pero a costa de altas tasas de desempleo, pobreza e indigencia y una destrucción de la industria. Si medimos de punta a punta el período Menem-De la Rúa, tuvimos una tasa de crecimiento cercana a cero, incluyendo la traumática crisis de 2001-2002. Luego vino la devaluación y pesificación asimétrica, el país superó el default, y comenzó un proceso de reindustrialización y de recuperación del empleo que nos protegió de la crisis mundial iniciada en 2007-2009.
En estos momentos la discusión de fondo debe centrarse no tanto en la medición de los índices de precios, aunque sea un tema de por sí importante, sino en las causas del proceso inflacionario. Esas causas están vinculadas con el alto grado de concentración de las empresas formadoras de precios, la transmisión al interior de la economía del aumento de los precios externos y otros factores, entre los cuales la puja salarial no es uno de los más relevantes porque siempre viene con retraso. Y aquí juegan de nuevo los efectos negativos de la dolarización del mercado inmobiliario. Es necesario, antes que nada, eliminar este sistema peculiar que alimenta la especulación, y por esa vía, también, el incremento de los precios.
El ahorro en dólares, moneda cada vez más devaluada a nivel internacional, se va a frenar si el gobierno toma una medida de este tipo, mucho más eficaz económica y políticamente que cualquier cepo cambiario o mercado desdoblado. Por un lado, la pérdidas sufridas por los “corralitos” (de Erman González a Cavallo) no evitaron nuevos refugios en el dólar. Por otro, la Argentina tuvo en los años treinta, bajo gobiernos conservadores de derecha, y por casi diez años, un estricto control de cambios, y en varias ocasiones posteriores diferentes tipos de cambios, con relativo o escaso éxito para frenar la inflación o revertir las frecuentes crisis de stop and go.
Ahora existe una política de flotación administrada del tipo cambio que ha dado resultado. En contrapartida, un torrente de agua no se detiene si no se ha construido antes un dique. Con el dólar pasa lo mismo; cuando no hay bienes cotizados en dólares nadie puede jugar con mercados paralelos, ni son necesarias medidas restrictivas.
Un camino loable para la obtención de divisas resulta sin duda la iniciativa de abrir nuevas fronteras en el comercio exterior –las relaciones Sur-Sur– teniendo en cuenta la disminución del intercambio con clientes tradicionales, como los países de la Unión Europea. Ese comercio, que ya venía siendo afectado por la incorporación en su seno de las naciones del Este y su alto grado de proteccionismo, tiene ahora como eje esencial una formidable crisis.
Las tareas del gobierno son varias. La economía argentina dispone de un colchón de reservas importante, ése no era el caso en el 2002, y altos niveles de producción y de empleo. Pero modificar malos hábitos adquiridos en el pasado requiere, ante todo, desactivar las causas que los provocan.


“El dólar fue la peor opción de inversión para los que creyeron rumores de devaluación”
Por Sofía Bustamante / Pablo Waisberg

El dólar no fue la mejor opción de ahorro en los últimos nueve años. Su rendimiento estuvo muy debajo de los depósitos a plazo fijo o las acciones que cotizan en la Bolsa de Comercio de Buenos Aires, que ofrecieron beneficios entre un 214% y un 430 por ciento. Pero, además, esa suerte de fiebre verde –que ofreció ganancias de hasta 170%– alentó la fábula financiera que recorre la city porteña y endiosa a la divisa estadounidense. Ese juego que cruza temores, expectativas y compras de billetes colabora, en los hechos, a la licuación de la crisis financiera originada en las hipotecas basura creadas en los Estados Unidos.
“La falta de información y conocimiento sobre los rendimientos que genera cada una de ellas lleva a muchos ciudadanos a tomar sus decisiones de ahorro a partir de rumores y versiones que no tienen fundamentos económicos”, señalaron los economistas Andrés Asiain y Estanislao Malic, de la Cátedra Nacional de Economía Arturo Jauretche, en un trabajo que busca desmitificar al dólar como reserva de valor, que en los últimos días cobró vigor y aceleró el valor del blue.

Opciones. Si bien la venta ilegal de dólares retrocedió el jueves después de haber atravesado la barrera psicológica de los $6, las ruedas previas a ese cambio de rumbo estuvieron cargadas de incertidumbre. Al clima de nerviosismo se sumaron algunos pronósticos apocalípticos destinados a atemorizar a los ahorristas minoristas. Muchos de ellos, además, estaban (y aún están) enojados por las restricciones para la compra de dólares. Todo ese escenario alimentó teorías a favor de la adquisición de moneda verde en el mercado informal: incluso con cotizaciones que superaron en un 30% el valor oficial.
En el paper titulado “El dólar ¿la mejor opción para el ahorrista?”, Asiain y Malic señalaron que un inversor que en enero de 2003 eligió un plazo fijo en pesos –la opción más conservadora del mercado– tuvo un rendimiento acumulado de $21.400 hasta mayo de este año. Pero si hubiera optado por adquirir acciones habría logrado 43.000 pesos.

La fantasía. “En cambio, para quien apostó al dólar sus ahorros –$10.000– pasaron a valer $13.100, y si se arriesga y busca cambiarlos al paralelo tendría $17.000, es decir menos aún que quien optó por la tranquilidad de un plazo fijo”, indicaron los economistas.
Además de observar el comportamiento del mercado para las distintas opciones de inversión, se adentraron en el análisis de las versiones que alientan la compra de dólares y señalaron que “es falsa” la especie que califica de “inefectiva” a la restricción a la compra de la divisa estadounidense.
La batería de medidas oficiales incluye la necesidad de demostrar la capacidad de compra antes de adquirir dólares –una operatoria que generó muchas quejas por mal funcionamiento y supuestas inconsistencias– y la necesidad de declarar los viajes al extranjero para obtener divisas, que incluye el objetivo de evitar que las agencias de viajes vendan los paquetes turísticos en dólares y los paguen en pesos para comercializar los billetes en el mercado ilegal. También la administración central incrementó los controles en los pasos fronterizos para evitar que quienes viajaron durante el fin de semana largo sacaran dólares por encima de los límites permitidos.
Al analizar la consistencia del sistema, Asiain y Malic definieron que “también es una fantasía la idea de que la situación sea similar a la que llevó al derrumbe de la convertibilidad y que las medidas de restricción a la compra de dólares son el anticipo de un nuevo corralito. Un solo dato objetivo basta para desnudar la falta total de fundamentos de quienes buscan equiparar la situación económica presente con la existente a comienzos del siglo: el nivel de reservas acumuladas en el Banco Central”, subrayaron, y detallaron que las reservas pasaron de u$s14.000 millones en enero de 2002 a los actuales 47.643 millones de dólares. Llegaron, incluso, a superar los u$s50.000 millones y luego se mantuvieron fluctuando en torno del nivel actual.
El Gobierno mantendrá los controles para la compra de divisas y la fuga de dinero

Las restricciones para la compra de dólares se mantendrán esta semana, según indicaron fuentes de la Administración Federal de Ingresos Públicos (AFIP). Desde allí se iniciaron los controles en noviembre pasado que se intensificaron en las últimas semanas.
En los últimos días se sumó la medida para que quienes viajen al exterior deban completar un formulario en la web del organismo con los distintos datos de su viaje. Según se explicó oficialmente, esa nueva herramienta facilitará la compra de divisas pero el objetivo de fondo es desmantelar una operatoria común en las agencias de viaje: exigen el pago en dólares a sus clientes pero cancelan en pesos los paquetes turísticos pero con la cotización del dólar oficial. Luego venden los billetes verdes en el mercado informal y alientan el espiral del blue.

Pasos fronterizos. Además, durante este último fin de semana largo, el gobierno nacional volvió a disponer perros en los pasos fronterizos de la Argentina para evitar que quienes viajaron durante el fin de semana largo sacaran dólares por encima de los límites permitidos.
Agentes e inspectores de la Aduana y la AFIP realizaron operativos para detectar el cruce de divisas en la frontera con Uruguay en los pasos Concordia-Salto, Colón-Paysandú y Gualeguaychú-Fray Bentos. Esos tres puentes son considerados clave en la estrategia oficial.
En el caso de Colón-Paysandú, los agentes arribaron el viernes, en el inicio del fin de semana largo. Llegaron acompañados de perros entrenados para detectar dólares con su olfato.
En el marco de ese operativo, el viernes se incautaron unos u$s20.000 y alrededor de 10.000 euros en el paso del puente General San Martín, que une Gualeguaychú con Fray Bentos, Uruguay.

Los límites. Según datos del personal de la Administración de Aduana de Gualeguaycú, los billetes fueron encontrados en el interior de un automóvil de lujo en el que viajaban dos argentino.
En la actualidad se permite portar u$s10.000 por persona y la cifra que debe ser declarada en el paso aduanero. En el caso de los perros, están entrenados para detectar cantidades superiores a los 10 mil dólares y euros, siguiendo el olor de la tinta de los dólares de EE.UU.

1 comentario:

  1. La dolarización del mercado inmobiliario, los aumentos salariales, la coyuntura internacional y el terrorismo mediático pueden afectar un poquito, pero no cambian la sustancia del problema.

    Las señoras de clase media-alta salieron a cacerolear. Me pregunto, ¿por qué? El gobierno tuvo momentos peores, pero salieron ahora. Creo que esto es lo que pasa: la clase media-alta son en general profesionales universitarios dueños de sus propias casas, pero no dueños de sus empresas. Ahorrar en pesos les significa perder el 20 o 30% todos los años. Y hay que ser muy honestos, si leímos cualquier libro, sabemos que el consumo es la antítesis del ahorro. Ellos quieren ahorrar, pero el gobierno propone el consumo. Hay un conflicto de intereses.
    El consumismo se maneja en cuotas y hoy toda la economía es a crédito, como en los EEUU. La política del estado les prohíbe hacer lo que querrían hacer, y se quejan con todas las excusas que puedan inventar.

    ResponderEliminar

-Solo se publican comentarios respetuosos, ya sean adherentes o criticos.
-No se publican comentarios de anónimos.