“Me fui a dormir muy preocupado, convulsionado. Me desvele a las 5 am y me fui a la cuna de mi hija Antonia. La miraba y pensaba en su futuro y en el de miles de argentinos” (MACRI 17/04/2012).
Uno no puede dejar de celebrar la recuperación de YPF: para el Desarrollo, el Patrimonio y la Soberanía de la Nación. Y es un hecho que supera los límites partidarios y nos llena a todos los argentinos de profunda alegría. Sus implicancias económicas son múltiples, algunas hemos señalado previamente en diferentes posts: “¿Que pasará con YPF?” O “YPF: ¿Pública o Privada? ¿Nacional oExtranjera? ¿Dependencia o Soberanía?”.
Pero hoy queremos
reflexionar acerca de una patética declaración del Jefe de Gobierno de la
Ciudad de Buenos Aires al respecto. El Ingeniero Macri ha mal representado un
pérfido guión, con olor a cursilería barata, para plantar su noventista postura
frente a una temática de largo alcance nacional, popular y de soberanía. No
sorprende la actitud, lógica de quién pretende el retorno inminente a los 90´,
tampoco sorprende la torpeza, que hemos señalado en otras oportunidades,
caracateristica de su brutal carencia de dotes de orador, así como de Jefe de
Estado, y hoy me atrevo a decir, del más minimo sentido de pertenencia a esta
Comunidad que estamos Organizando, denominada República Federal Argentina, la
Patria que anhelamos sea Justa, Libre y Soberana.
Sin embargo nos
vamos a detener en esa declaración porque como siempre los medios hegémonicos
lo miman y protegeten con vistas a posicionarlo en las Elecciones Nacionales
del 2015. No porque sea “bueno” sino porque por medio de su torpeza gobernarán
los grandes grupos económicos que llamaron a las puertas de los cuarteles en un
momento (1976) y en otro se agazaparon en la Plaza para celebrar el
advenimiento del “libre” Mercado (1991).
A esto opondremos
la fuerza de la Nación Argentina, cuyo modelo de crecimiento económico con
equidad social (2003), está logrando fortalecer en las conciencias los deseos
de Justicia Social y Liberación Nacional.
POLIKARPO
“Mauricio Macri y la cuna
de Antonia”
Ahora, para darle visos de realidad
al fantástico relato apocalíptico del PRO, el incompetente alcalde que vive de
franco y de Franco, nos cuenta una melosa historia de melancolías y
preocupaciones.
Si no sintiéramos que
el personaje pretende tomarnos el pelo, apenas lo recordaríamos como un mal
paso de comedia. Si no supiéramos que se trata precisamente del jefe de
gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, olvidaríamos la supina estulticia,
apenas terminada la patética declaración. Pero sabemos que es Mauricio Macri en
sus mal memorizados libretos del titiritero Duran Barba, que se quedó en el
tiempo de los primeros radioteatros de la década del ’40. No olvidamos la
historia inventada e increíble de la última campaña electoral, cuando Macri,
como un mal actor de película tartamuda o mal doblada, contaba repetidamente su
encuentro con María que le relataba sus cuitas sobre la inseguridad y las de
Cacho, su marido. El reino de la obviedad en el principado macrista. Los pobres
se llaman Cacho y María certifica la simpleza y un nombre que se corresponde
–según sus clichés– con una persona mayor.
Ahora, para darle visos de
realidad al fantástico relato apocalíptico del PRO –que cada vez se parece más
al de la desaforada Elisa Carrió–, el incompetente alcalde que vive de franco y
de Franco, nos cuenta una melosa historia de melancolías y preocupaciones.
Resulta que se desvela a las 5 de la mañana, recorre entre penumbras los vastos
espacios de su residencia y se acerca a la cuna de su pequeña hija Antonia. Y
piensa. He ahí el primer dato increíble: piensa. Y sintetiza y corporiza en su
niña rica, el fatal destino de una niñez que por efectos de las políticas
perversas y erróneas del gobierno nacional, está condenada al dolor, al no
futuro. Algo que no sucedería si se aplicaran sus recetas neoliberales. Qué
raro que su ecuatoriano asesor no le agregó música de violines de las que
pasaban hace 30 años en los albergues transitorios, según me cuentan. Tal vez
el sueño, o algo de acidez, o la mala memoria o la peor hipocresía, le
impidieron conmoverse con los resultados de su gestión en educación, cerrando
cursos, quitando viandas a pibes en situación de calle, dificultando la
implementación de la educación sexual y beneficiando a la escuela privada para
que los niños ricos no lloren de tristeza, en detrimento de la escuela pública.
O del estado de los hospitales públicos bajo su égida. O de su no política de
viviendas para poder arrasar la ciudad con negocios inmobiliarios privados,
faraónicos y excluyentes. ¿Quién puede creer esta escena de Corín Tellado mal
relatada por alguien que no parece tener más sensibilidad que una piedra? ¿Cómo
creerle a quien dice y se desdice, que se encapricha con los subterráneos y
luego se los quiere sacar de encima, mientras usa la tragedia ferroviaria de
Once para buscar réditos electorales? ¿Cómo no indignarse luego de escucharlo
profetizar un océano de desdichas para los argentinos luego de la histórica
nacionalización de la gestión de YPF, apareciendo su verdadera cara de defensor
de intereses antipopulares, y observarlo luego decir –cuando ve las encuestas
de adhesión a la medida– que si él fuera gobierno no volvería a privatizar la
petrolera. No, Macri, no. No nos tome por estúpidos, no juegue con nuestra
paciencia. Dedíquese a trabajar, a hacerse cargo y cambie el libretista. O vaya
a seguir asesorándose con sus amigos Aznar y Rajoy, que tanto hacen por los
niños, por los estudiantes y los trabajadores.
Y en esta impronta macrista, caen
sus funcionarios, legisladores y adulones. El ministro de Cultura de la ciudad,
el empresario hotelero Hernán Lombardi le sirve como anillo al dedo. Dueño de
un lenguaje superior al niño Mauricio –lo que es algo muy sencillo de
conseguir– aprovecha el escenario de la inauguración de la Feria del Libro para
pintar un paisaje de nuestra realidad, propio de Torquemada y la Inquisición.
Según sus falsas diatribas, la Argentina se está encerrando a sí misma y sólo
se podrá leer un solo discurso. Sin ningún dato que lo corrobore busca el
aplauso fácil de los que odian cualquier defensa o promoción de lo argentino y
arteramente concluye que es en detrimento de lo universal. Y lo expone quien
entiende a la cultura como un bien de cambio, como un gancho o anzuelo para que
vengan turistas, que promueve solamente lo que puede ser negocio o redituar
imagen electoral. La pésima gestión de Lombardi es la versión cruda de lo que
en tiempos de De la Rúa intentó Darío Lopérfido, el eventero. Maquillaje,
megaeventos, glamour, figurones, todo lo necesario como para salir en Caras, Hola
o Gente. Así como se niegan a los subterráneos, desdeñan e ignora lo que
proviene del subsuelo de la Patria.
Pero le salió mal. Estaba también
en esa mesa inaugural un gran ministro de Educación de la Nación. Alberto
Sileoni, con precisión, coraje, templanza y paciencia, lo retrucó de manera
contundente, con datos, con cifras, con lo irrefutable de la labor educativa y
cultural de los gobiernos iniciados en mayo de 2003.
Alguien bien nacido y, como en mi
caso, pronto a ser abuelo por primera vez, les desea sinceramente a todos los
pibes inocentes el mejor futuro, una vida apacible y las mayores venturas.
Todos y todas se lo merecen. Y va también para la pequeña Antonia Macri Awada.
Pero usted, Mauricio Macri, cuando la vea dormir, correr, sonreír o jugar,
tiene la obligación, por su cargo, de pensar en los que menos tienen, en los
que necesitan techo digno, los que tienen frío en invierno y en aquellos que no
tienen una cuna y tienen que dormir apiñados junto a sus hermanitos.
Pero esa es una tarea para un hombre de Estado y de
alma sensible. Y usted, Macri, no es ninguna de esas dos cosas.
FUENTES:
Editorial de Enrique Masllorens: http://tiempo.infonews.com/2012/04/22/editorial-73766-mauricio-macri-y--la-cuna-de-antonia.php
http://www.cronista.com/contenidos/2012/04/17/noticia_0121.html
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